Los destinatarios de esta vivencia fueron los alumnos y alumnas de primer y tercer curso de E. Primaria. En ambos casos los grupos presentaban la heterogeneidad típica de cualquier aula con las particularidades con las que nos podemos enfrentar actualmente cualquier maestro en nuestro quehacer diario: falta de atención, hiperactividad, altas capacidades, baja autoestima, etc...

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Los mayores problemas desde el punto de vista actitudinal y a la hora de regular el aspecto emocional se encontraban en las clases de Educación física -por el carácter competitivo de algunos juegos-, en los momentos de recreo, o en determinadas actividades grupales de aprendizaje cooperativo en las que el resultado de las mismas suponía algún tipo de premio o recompensa.

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Este proyecto, por su diseño y metodología, está orientado a las etapas de E. Infantil y E. Primaria si bien requiere de ciertas adaptaciones a los distintos niveles (que quedarán al arbitrio del profesor que lo ponga en práctica en función de las necesidades del grupo). Se prevé una extensión del proyecto a etapas superiores pues el trabajo de la inteligencia emocional no puede detenerse nunca a ningún nivel ni edad.

Ha tenido una gran aceptación entre los centros de Educación Especial y entre los colectivos más desfavorecidos (menores víctimas de abusos sexuales, discapacidades sensorio-motrices y de diversa índole). Se trabaja en su proyección en las plantas pediátricas de centros hospitalarios.

Dado su carácter de "proyecto totalmente abierto", algunos centros han incluido diferentes modificaciones y adaptaciones (traducción de trapitos a distintas leguas y dialectos, introducción de elementos sensoriales para invidentes, etcétera).