Educar Emocionando - Lavamagic, la Lavadora de las Emociones, por Susana Molina Álvarez. Proyectos Educativos para trabajar la Creatividad en el Aula y la Educación emocional.
Mis reflexiones
Aquí dejo algunas de mis reflexiones por si queréis conocerme un poquito más. No dejéis de echar un vistazo a mis frases favoritas.
Mis
Reflexiones
La historia de Elsa
Si había una clase que Elsa adoraba era la clase de psicomotricidad. Cada mañana al levantarse preguntaba a su mamá: “Mamá, ¿qué día es hoy?”. Los martes y jueves Elsa sabía que debía ponerse el chándal y si el tiempo acompañaba tendría la gran suerte de salir al patio del colegio para disfrutar de los juegos y ejercicios que tanto la gustaban con sus compañeros de clase. Tenía claro que de mayor sería una gran gimnasta.
Cuando terminó Educación Infantil la profesora le dijo a su mamá que tenía unas excelentes habilidades y condiciones para las actividades físicas y aunque ella no entendió muy bien esas extrañas palabras, mamá le explicó que podría ser algún día una gran deportista.
¡Qué gran suerte pasar a Primaria! –pensó-. ¡Ahora tendré clases de Educación Física como los mayores!- Elsa seguía preguntando a mamá qué días debía ponerse el chándal y llegaba al colegio sobrada de entusiasmo y de energía y deseosa de que la campana tocara la hora su clase favorita.
La señorita Guadalupe, ataviada con ropa de calle y zapatos de medio de tacón, fue a recibir a sus alumnos al aula donde les mandó colocarse en fila de uno antes de bajar al gimnasio. Lo cierto es que la imagen de la señorita Guadalupe no es la que Elsa esperaba de su nueva profesora de Educación Física pero nada iba a mermar sus grandes expectativas. Lo mejor estaría por llegar.
Una vez en el gimnasio la señorita Guadalupe cogió su carpeta y mandó a todos los niños sentarse a su alrededor. Tras pasar lista y leer las normas de la clase entre las que primaba mantener el orden, el silencio y las filas de a uno, la señorita se colocó unas castañuelas y ordenó a la misma correr en círculo al ritmo del repique de éstas como si se tratara de un campo de reclutamiento militar.
Tras varios ejercicios de estiramientos y abdominales hartamente aburridos y bien alejados de lo que Elsa conocía y presuponía encontrar en su nueva etapa en el cole, su primera clase de Educación Física terminó con una charla sobre la importancia de la higiene desde la educación temprana. La pobre Elsa no entendía nada.
A la salida del cole la cara de Elsa lo decía todo. El entusiasmo dio paso a la decepción y la mamá de Elsa le animó a dar una nueva oportunidad a la señorita Guadalupe.
Elsa no se dejó abatir y no cejó en el empeño de disfrutar de aquello que más le gustaba, pero las clases eran tediosas y aburridas. Las largas filas de alumnos para hacer una voltereta, subir a un banco sueco o recorrer un circuito cambiaban la actividad por la pasividad y lo atractivo por lo desmotivador. A todo ello había que añadir el excesivo control de la señorita Guadalupe, su vigilancia, y su nivel de exigencia. Siempre pegada a su carpeta tomaba notas en cada momento y evaluaba cada movimiento, cada paso mal dado y cada error de precisión en el lanzamiento a canasta.
Elsa recordaba los juegos de la educación infantil, los bailes, las interpretaciones teatrales y todos esos momentos en los que la creatividad, la libertad y la exploración formaban parte de su aprendizaje diario.
Un día Elsa viendo en la televisión los campeonatos del mundo de gimnasia le pidió a su madre que le apuntara a clases extraescolares de este deporte. Su madre le contestó que no tenía tiempo para llevarle e irle a buscar. Le propuso a Elsa elegir entre patinaje y pintura que eran las opciones de su colegio. Elsa, incapaz de organizar su propia vida a tan temprana edad, veía que sus ilusiones y posiblemente sus habilidades y destrezas, no se desarrollarían al menos en esta etapa de su crecimiento.
Para desgracia de la pobre Elsa, la señorita Guadalupe era la única profesora de Educación Física del colegio de su pueblo y por tanto la acompañó durante toda la etapa de Primaria.
Los cursos fueron sucediéndose y las calificaciones de Elsa eran mediocres para las cualidades y habilidades que demostraba y creía tener tras recordar la conversación que la profesora de Infantil había tenido con su madre.
Un día la señorita Guadalupe dijo:
-“Hoy vamos a dedicar la sesión a hacer Gimnasia y para ello tendréis que saltar este artilugio que se llama potro. Isabel os hará una demostración. Fijaos bien porque luego tendréis que hacerlo vosotros”-. Isabel, que era la favorita de la señorita Guadalupe, salió cual gacela ligera desde la línea marcada, se impulsó y abriendo las piernas como una excelente gimnasta saltó el potro cogiendo gran altura sobre éste y cayendo sobre la colchoneta con sus pies juntos y sus brazos extendidos al cielo esperando la aprobación de la señorita como si de un jurado se tratase.
La fila de niños y niñas detrás de la línea se preparaba. Unos se persignaban antes de salir, otros se encomendaban al Santísimo y otros simplemente luchaban por controlar el tembleque de sus piernas. La señorita Guadalupe tomaba notas en función de aquellos que superaban o no el obstáculo lanzando improperios varios a los que no lo conseguían.
Elsa que acusaba ya su desmotivación, fatiga y falta de interés por la asignatura que tanto le había apasionado desde siempre, comenzó a sentir un gran nerviosismo y por primera vez el “miedo” de que no lo iba a superar a pesar de tratarse del deporte que más le apasionaba: la gimnasia. Se negó a saltar el potro y la señorita Guadalupe lejos de animarla, la reprobó por tal comportamiento suspendiéndola en la evaluación.
Elsa vio cómo su sueño se evaporaba detestando desde ese mismo momento la actividad física y todo lo relacionado con el deporte en general. Pasaron muchos años hasta que ya de mayor Elsa decidió apuntarse a un club de tenis.
Los maestros y las familias desde la escuela y el hogar, debemos favorecer el desarrollo de las habilidades, destrezas y por supuesto de la creatividad de los niños desde las primeras etapas de su vida, ya que es en estos momentos en los que se fijan los esquemas neuronales adultos.
Deberíamos en la medida de lo posible no poner trabas al desarrollo de estas habilidades evitando: los sistemas de control que coarten la creatividad, las evaluaciones cuantitativas que comparen su evolución y las situaciones de competencia que no respeten los ritmos evolutivos.
El cambio está en nuestras manos.
“Así como se dobla la tierna rama se inclinará el árbol” (Alexander Pope)
Susana Molina Álvarez
Todo se puede conseguir con empeño
Hasta la más difícil de las metas a alcanzar puede conseguirse con “empeño”. Cualquier persona de éxito ha llegado a cumplir sus objetivos personales o profesionales porque nunca ha tirado la toalla o porque en su propio diccionario no hubo cabida para palabras como derrota, abandono o frustración.
Todos conocemos episodios de nuestra vida en los que ante las adversidades nos hemos sentido derrotados y faltos de energía. Es en esos momentos, donde la lucha, el tesón y la perseverancia deben hacer el mayor acto de presencia para crecer y superar las dificultades.
Una persona con un entrenamiento de sus habilidades emocionales debilitado, fácilmente se doblegaría ante la presencia de cualquier dificultad, abandonando la persecución de sus objetivos. Sin embargo aquéllos que controlan sus emociones y las entrenan saben que con empeño y pasión lograrán todo aquello que se propongan por difícil que esto sea.
Como maestros y educadores que nos interesamos por el trabajo de los valores desde el aula, deberíamos dar una gran importancia al “empeño” como habilidad que todos tenemos y que se consigue con el esfuerzo y la pasión puesta en cada pequeña tarea diaria. Y por supuesto hacer ver a nuestro alumnado que el error no es sino fuente de aprendizaje y en ningún caso de frustración y que por mucho que se repitan nunca dejarán de hacernos ver el horizonte. Es muy importante acompañar a nuestros alumnos en su aprendizaje con palabras de ánimo que le ayuden a entender que la constancia le ayudará a alcanzar la meta y que siempre hay buen resultado por encima de las expectativas. Así frases como: “Tú puedes”, “Lo vas a conseguir seguro”, “Sigue así”, “Lo estás haciendo muy bien” deberían repetirse en nuestras clases si queremos ser fuente de motivación y guías emocionales de nuestros alumnos.
Susana Molina Álvarez